viernes, 1 de octubre de 2010

De lo que vale un título a lo que vale un peine

Después de la jornada de huelga de ayer, estaba dispuesto a escribir sobre los sindicatos, liberados y otras gaitas, pero la verdad es que no me apetece nada y, por lo que vi en la calle, no soy el único al que le aburre hablar del tema. Esta vez dejo la política al margen para centrarme un poco en mi. En algo que realmente me preocupa y que, al menos eso creo, también le ocurre a mucha gente de mi edad: el futuro.

La verdad es que yo siempre he creído en la meritocracia. Me parece el más justo de los sistemas, y por eso desde pequeño he intentado esforzarme al máximo en todo lo que hago. A los 29 años, ingeniero técnico de telecomunicación, con postgrado en telemática, empezando un MBA y camino del doctorado, no hay cosa que tema más que el no avanzar en mi carrera. Como yo, en España hay miles de jóvenes preparados con contratos temporales que corren el riesgo de convertirse en los miembros de una generación perdida. Una generación que carece de muchas de las oportunidades que disfrutaron las anteriores. Hoy en día no se prima la eficiencia ni el conocimiento, se valora más el precio. Me da la sensación que las empresas, más que contratar a ingenieros, los compran al peso. Precisamente hoy he leído el artículo de Alberto Artero en Cotizalia (http://bit.ly/9WcWcZ) con el que me siento bastante identificado (con la salvedad de que yo, para más inri, tampoco he disfrutado de la época de vacas gordas).

Muchas veces he escuchado que lo importante es la experiencia, no los títulos. De acuerdo, pero para tener experiencia en un puesto de prestigio hay que emigrar, y para emigrar hace falta dinero (a menos que quieras vivir en un piso de estudiante con un mochilero sueco), y para tener dinero hay que trabajar aquí. Tal y como está el mercado de trabajo hay que diferenciarse del resto y eso, a falta de otras opciones, se consigue estudiando. Este cúmulo de situaciones hace que si un ingeniero quiere evolucionar en su carrera, mantener una familia y no morir en el intento, caiga en la sobretitulación para al menos mantener un puesto de trabajo.

Estoy seguro que es cuestión de tiempo que viva en un país anglosajón, pero me parece una lástima que las autoridades en España permanezcan impasibles mientras un gran número de ingenieros dejan su profesión para montar una frutería, un tienda de reparación de ordenadores o una autoescuela (va por ti, campeón).

Luego que me vengan a contar chorradas del modelo productivo.

Por cierto, un apunte, si pretenden cambiarlo mediante inversiones públicas en I+D lo llevan claro. Alguna vez se darán cuenta de que el futuro radica en fomento de la I+D en la empresa privada y convenios universidad empresa. Podrían mirarse en el espejo de Finlandia.

 

2 comentarios:

  1. Siento tu decepción por la epoca que te ha tocado vivir. En la mia la mayoria no tuvimos opcion de estudiar una carrera y pasomos tres o cuatro crisis, pero al final hemos subsistido.
    Te doy la razon que la vuestra puede ser una generacion perdida, estais viviendo la peor crisis de España en muchisimos años, y la desgracia de no tener unos politicos con mas aciertos.
    Unicamente teneis la ventaja de poseer estos medios para comunicaros que antes no teniamos. Europa está despegando, se que cuesta mucho dejar la tierra y defenderse con un nuevo idioma en otro pais, pero las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo en Alemania o Reino Unido serán muy superiores y con mejor calidad de vida.
    Saludos y suerte.

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  2. La verdad es que tengo poco apego por la tierra, pero sí por la familia. Eso sí, le tengo puesto el ojo a dos países, UK y Holanda. En unos meses ojearé el mercado por si hay suerte.

    El problema que quiero reflejar en mi post es la dificultad que encuentran los titulados españoles para encontrar un puesto adecuado al know-how que hemos adquirido y, sobre todo, me lamento de la infravaloración de la que somos víctimas.

    Muchas gracias por tu comentario y por los ánimos!!

    Nos leemos

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