lunes, 31 de enero de 2011

Don Erre que erre

Aunque sea un tema bastante manoseado, me dispongo a dar mi opinión sobre la continuidad o no de Rodríguez Zapatero al frente del PSOE. Sinceramente, no entiendo la magnitud del revuelo generado en torno a la posibilidad de que el presidente del gobierno vuelva a presentarse o no a las próximas elecciones.

En mi opinión, Zapatero está amortizado, gracias a Dios. Y pido gracias, no porque durante estos años haya gestionado España de forma desastrosa, sino porque a estas alturas de la película y conociendo la casta política, la única clase de dirigente que  sería capaz de llevar a cabo los dolorosos y necesarios recortes sociales, es un político que no tenga nada que perder: un cadáver político.

A mi entender, todo este mareo de perdiz viene motivado por dos grandes causas:  necesidades personales y presiones de partido.

Presiones de partido:

En el PSOE en estos momentos existen dos grandes bloques luchando por sus intereses. El primer grupo está formado por aquellos que están deseando ver a ZP haciendo las maletas. Este grupo, el más numeroso, está compesto por los candidatos socialistas a las municipales y autonómicas, que ven el peligro inmediato de que Mr. President sea el lastre que los lleve a decir adiós a sus pretensiones.

Dentro de este sector se encuadra otro colectivo con el agua al cuello: los diputados rasos. Si se consuma la debacle electoral en las municipales y autonómicas, las mayoría de diputaciones y gobiernos autonómicos quedarán lideradas por el Partido Popular. Si llegado el caso el PSOE se la pega en las generales, muchos de esos diputados se verán en la calle viéndose obligados a competir en el mundo laboral con un currículum más bien insuficiente.

Por último, todos aquellos candidatos con sed de relevancia, que no se han dejado quemar en esta legislatura y que, si bien no tiene posibilidades reales de gobernar en 2012, se ven con fuerzas de liderar el partido a partir de entonces. 

El segundo grupo está formado por los grandes barones del partido con posibilidades reales de llegar a La Moncloa en un futuro. Será difícil que traguen con el sapo de liderar al partido en la previsible y dolorosa derrota del año que viene. Ellos son los mayores interesados en que Zapatero repita como candidato.

Necesidades personales.

Al margen de las presiones de partido, que Zapatero ha manejado siempre bastante bien, la decisión última recae sobre sus hombros. Es difícil creer que si llegado el momento la derrota está clara, se haga el hara-kiri político por el bien de su partido.

ZP pretende ser recordado como el presidente que sacrificó su propio destino político por el bien de España. Se hace difícil concebir que un presidente al final de su segunda legislatura y con el síndrome monclovita haciendo estragos sobre él, sea capaz de renunciar a marcharse sin haber perdido unas elecciones. Todo hace prever que, cual Don Erre que erre, la contumacia le hará esperar hasta útltima hora para tomar su decisión. No se ve como perdedor. Sólo se presentará para ganar. Mientras tanto, la confusión reinante en su partido roba tiempo a la crisis en los telediarios.

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