Las nuevas medidas de Zapatero parecen que, al menos en parte, paliarán el desplome de la confianza de los mercados en la maltrecha economía española. Podrán ser insuficientes y llegar más tarde de lo desado, pero han frenado (que no evitado) caida en la quiebra de nuestro país.
Todos esos recortes drásticos hubieran sido evitables si la política de austeridad del gobierno hubiera sido más evidente o, mejor dicho, si hubiera sido. Se puede concluir que nos hemos topado con la demostración empírica de que las políticas socialdemócratas son una de las vías más rápidas hacia niveles de endeudamiento y déficit público insostenibles.
Ni que decir tiene que no basta con abrazar el conservadurismo para gestionar un buen gobierno, y si no que se lo pregunten a Kostas Karamanlis, ex-presidente griego.
Como en cualquier economía doméstica, la de un estado se debe regir por el control del gasto y de la deuda contraida, ya que los ingresos no dependen únicamente de aquel que los recibe.
En resumen, si el una política se basa en mantener un bienestar social inasumible, queda abocada al desastre. Esto puede llevar a un replanteamiento de las ideas socialistas, que converjan en un liberalismo cercano al de ciertos sectores del centro derecha.
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